Tormenta...

25 de febrero de 2009 9:41 Publicado por El Perro Verde
Apagas las luces y el televisor, prendes una vela y decides encerrarte en el cuarto mas apartado de la casa. Cobijado por el rincón del suelo y el choque de las dos paredes, y ahí en ese triangulito oscuro de soledad, escuchas el estrepitoso pasar de la tormenta veraniega.

Primero, se siente ese fantasmal silbido de los árboles, que danzan y ríen jugando con el viento. Como si tuvieran vida, como si realmente demuestran que están vivos. Los más jóvenes bailan y bailan toda la noche sin descansar, mientras que los más grandes y viejos caen borrachos antes de acabar.

La luna se asoma melancólica y un poco vergonzosa por detrás de las cierras...esa vieja loca astral que busca desesperada a su marido que una vez partió a la guerra y nunca mas volvio, pero él lo mismo pasa todos los días por casa. Alumbra temerosa los campos hasta cerciorarse que su amado no se encuentra allí.

Por otro lado, se puede ver como las estrellas se van durmiendo una a una cobijadas por una frazada gruesa y opaca de nubes oscuras…así las primeras gotas comienzan a caer. El aire se empilcha con su mejor atuendo, se pinta y peina quedando puro, limpio y hasta suave.

Por las esquinas se escucha las brujas reír a carcajadas mientras las lágrimas del cielo llenan sus calderos para darles de comer a los vagabundos que están tirados y desparramados entre los callejones y plazoletas desperdiciando tiempo y vida. Los mininos, en la desesperación de correr buscando un techo que los ampare, van decorando la mojada calle de ripio con sus colores tierra oscuros.

A lo lejos se ve la discusión de celos entre el cielo y la tierra en los campos de maíz. Flashes de argumentos fuertemente arrojados entre los amantes que siempre terminaran unidos hasta el fin por que para eso fueron concebidos por Cronos.

Las ametralladoras celestiales cada vez sucumben mas las chapas de mi techo hasta quedarse sin una bala que de en el blanco…la lluvia lentamente va terminando, dejando el silencio de tormenta que tanto hipnotiza a poetas e infelices. Y como si fuera poco, en el medio del jardín, crece una dulce rosa, toda orgullosa ella de ser testimonio una vez más del llanto de los ángeles caídos.


¨Ropa sucia fuera!¨ P.R.

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